Por Lidia Hunter
Dice un refrán que el que busca, encuentra.
A casi dos años de haber llegado a New York, he encontrado mucha solidaridad, uno de los valores humanos por excelencia, que descubrí durante la revulución sandinista en mi natal Nicaragua. Descubrí un rincón seguro y caluroso que se llama The International Center. Es un lugar lleno de "gringos" que todos los días ofrecen su trabajo voluntario para ayudar a los inmigrantes a apender inglés. Muchos de ellos tienen hasta 20 años de trabajo en este centro.
Los voluntarios son una especie de puente sólido, una mano amiga, un refugio seguro para asilados, personas de cualquier color, origen, profesión, posición económica, religión o afinidad política. Mi amiga salvadoreña Evelyn Rodríguez, me enseñó la ruta, y no se equivocó cuando me dijo que el ICNY es el mejor lugar para alcanzar mis objetivos.
El International Center es un buen lugar para practicar inglés y conocer la cultura estadounidense, y donde cualquier miembro puede quedarse todo el día e ir de salón en salón, como quien va de la casa de un amigo, a la casa de otro amigo, para compartir conocimientos sobre idioma, cultura, historia, leyes, temas migratorios, gramática, una taza de café o un chiste mal contado en inglés.
Como dice mi amigo hondureño Cristian Ortez, el ICNY refresca el espíritu y alivia la carga, porque aunque este país tenga cosas buenas y ofrezca oportunidades de crecimiento, también es cierto que la soledad y la nostalgia pesan mucho, sobre todo cuando encontrar un empleo digno y un lugar decente para vivir, se convierten en una pesadilla para millones de inmigrantes.
¿Cómo olvidar la primera clase del señor Joe Lamb, quien me dio la bienvenida con mucho respeto, me hizo sentir especial, fuerte y segura y me demostró en su clase de pronunciación que la repetición es de gran ayuda para asimilar otro idioma?.
Cada viernes hacemos un viaje imaginario por el país, de la mano del señor John Donald Quinn y atrapamos trozos de la historia nacional con sus clases; el señor John Uss nos convierte en detectives de la palabra con el juego de la caja, porque debemos descubrir que hay adentro con nuestras preguntas.
¿Y qué decir del señor Bob Baumann?. Un caballero, amante de la buena comida, con gran sentido del humor, siempre dispuesto a contestar cualquier pregunta no sólo porque tiene paciencia, sino por sus amplios conocimientos de historia, literatura o filosofía. Estoy segura que sus veinte años en el International Center han dejado una huella profunda e imborrable en miles de inmigrantes que asistieron a sus clases.
Ah, casi me olvidaba del joven Ricardo Segui, "Tío Ricky", quien con mucho entusiasmo llega puntualmente cada sábado al centro para guiarnos en nuestras acostumbradas salidas a algún restaurante de comida taiwanesa, china, japonesa, rusa, francesa, etc. Su infaltable cámara nos asegura cada semana nuevas fotos en su sitio web.
En estos encuentros se afianzan los lazos de amistad, se comparten alegrías y tristezas y aunque parezca increíble y suene ridículo, hay una comunicación maravillosa a pesar de las barrera idiomáticas.
Resulta divertido ver a un taiwanés tratando de entender por qué se dice que el tequila es "medicinal", o ver a un profesor tratando de entender en español la diferencia entre "me caes bien" y "me gustas", cuando casi al unísono tratan de explicárselo una estudiante italiana y una estudiante ecuatoriana.
Solidaridad es una palabra mágica que hace milagros entre los seres humanos y nos permite desarrollar sentimientos de pertenencia a un grupo, a un país o a una cultura. Esa palabra ha derribado más de uno de los mitos con las cuales crecí viendo hacia el Norte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario